Los cuidados personales y grupales para quienes comenzaron a trabajar o salen con mayor frecuencia de sus hogares resultan una de las aristas más importantes en la prevención del coronavirus. A esta altura, después de más de dos meses de confinamiento aparece un incremento del temor que se acompaña del desarrollo de cuidados excesivos, incluso en el que se incrementa el encierro; o la necesidad de pensar que “no pasa nada” y el descuido alcanza proporciones riesgosas.
No resulta fácil salir después de dos meses de confinamiento hogareño, lugar en el cual raramente se utilizaron barbijos; incluso para quienes no salían el hábito de lavarse las manos no tuvo más frecuencias que las habituales.
Al comenzar a frecuentar tiendas, espacios comunes de trabajo, transportes se hace necesario apelar a la conciencia en los cuidados propios y de los otros.
El barbijo es incómodo, asfixia, no se ve el rostro y tapar el rostro ha estado mal conceptuado, supo ser cosa de “ladrones”; no se perciben las reacciones emocionales, es difícil hablar, no se escucha bien…es decir la incomodidad se encuentra en todo su esplendor. Es necesario retirarlo con cuidado, lavarlo… suma tareas. Como tantas cuestiones incómodas en la vida de cada uno, hay que comenzar a “ahijar” al barbijo, a hacerlo propio.
El uso del barbijo y el lavado de manos son necesarios para sostener cuidados personales y grupales. En el trabajo, en las salidas, siempre que se supone que se estará a menos de un metro de distancia de alguien, es inevitable, hay que comenzar a allegarse a estas prácticas.
El saludo, con la mano, con un abrazo, se extrañan. Ser acariciado, abrazado, darse cuenta que hay más de un cuerpo. Por mucho tiempo no será posible. No se trata de utilizar el codo, el puño, el pie; nada de eso, cualquiera de estas prácticas te sitúa a menos de un metro y medio de distancia. Se trata de utilizar “la mirada”, mirar a los ojos de quien quieras saludar, mirar en profundidad, mirar y comunicar y acompañarlo del gesto que te sienta bien.
Las nuevas formas de decir “aquí estoy”, “agradezco tu presencia”, “que bueno te he visto”, las nuevas formas de ser amable, cortés, educado, atento, están en creación permanente y la apertura y flexibilidad emocional, se visualizan en el grado de conciencia que es posible aplicar al saludo.
Somos energía y la sola presencia de otra persona a dos metros de distancia activa el “campo” de una manera particular, simplemente hay que estar atento. No es necesario estar encima del otro para que advierta la presencia.
Además de estos cuidados indispensables es hora de poner atención en el estado de la mente: todo lo que se haga o no se haga para conservar la paz en el espacio en el que se vive, en el trabajo o en el ámbito social es en beneficio de uno mismo. Dejar a un lado los malos pronósticos o presagios es necesario más que nunca. La realidad es única y es esta que se vive día a día y sobre la que se está operando. “Hacer” en el cotidiano, “ocuparse” en la realidad diaria disminuye los estados tensionales de la mente.
Las distracciones no son operativas, sostienen un tiempo en el estado “entre” pero no dejan de ser un espacio en el que cada uno se miente a sí mismo (entretenimiento). Los juegos de celular o computadora, grupales o individuales, terminan deteriorando el sistema inmune cuando se practican más de una hora diaria o en horas de sueño y reduciendo los reflejos que se necesitan activos para las prácticas sociales desafiantes como las actuales.
¿Que tener en cuenta en el ámbito laboral?
1.- Sostener una distancia rigurosa mayor a un metro y medio.
2.- Tener siempre puesto el barbijo que cubra nariz y boca.
3.- Lavarse repetidas veces las manos, cambiar e higienizar los barbijos las veces que fuere necesario.
4.- Saludar con la mirada, una palabra, un gesto. No utilizar el puño, el codo, nada que coloque más cerca de un metro y medio.
5.- Liberarse y permitirse crear nuevas formas de conexión sosteniendo la distancia física necesaria para preservar la salud.
6.- Utilizar en el trabajo vajilla descartable o lavarla personalmente haciendo uso de los elementos de destrucción viral.
7.- Diseñar un plan alimentario bajo en azúcares, harinas y lácteos y ricos en verduras, frutas, legumbres, con el objetivo de mantener las defensas altas.
8.- Atender el estrés. El estrés incrementa los estados de ansiedad y angustia, estados afectivos y emocionales que operan perturbando el sistema inmunodefensivo.
9.- Realizar actividades para sostener el estado liviano y alegre de la mente.
10.- Idear soluciones compartidas a los fines de incrementar la productividad.