Entre tres y cuatro meses de confinamiento están llevando algunos países. El criterio del confinamiento ha sido dinámico, ha ido cambiando y cada semana o cada quincena se ha informado sobre la prolongación del mismo.
Adaptarse a trabajar en el hogar ha sido un tremendo esfuerzo para buena parte de la población por distintos motivos: la pérdida del espacio y los instrumentos especialmente diseñados para hacer la tarea, la dificultad para adaptarse a trabajar en el hogar y poner los límites horarios “parece que en casa se está disponible las 24 hs. cuando no se duerme se responden mensajes, emails, o se resuelve”; la ausencia del compañero, interlocutor privilegiado en el trabajo, el temor a no ser necesario; todos factores que parecen disminuir la calidad del trabajo. Algunos sufrieron el tiempo de espera hasta que se terminaron de ajustar los programas o el sistema para realizar el trabajo a distancia; otros la pérdida del feedback instantáneo, ese que se producía cuando el organizador o el jefe, pasaba por el escritorio o se intercambiaba en forma espontánea con el inmediato superior y así sigue la lista de inconvenientes que surgieron los primeros 15 o 20 días, cuando se trataba de ver si era posible sostener el trabajo, la productividad, la efectividad desde el hogar.
El tiempo fue construyendo nuevos hábitos, trabajar desde el hogar se transformó en posible, la amenaza que conlleva el virus, que trae el confinamiento, activó las alarmas, se aprendió más rápido y algunos crearon formas de sostener la cobranzas, la productividad, inyectarle vitalidad a su empresa.
Quienes fueron y volvieron entendiendo que podían ocupar el espacio de la empresa por turnos sintieron en cambio que las prácticas que habían logrado rutinizar en su hogar con éxito, se perdían y se desordenaba todo un poco. Ir y venir con las decisiones no es prudente. Si se determina que alguien ocupe su escritorio en la empresa, que lo haga en todos los casos, si lo hace desde su hogar, que lo haga así hasta tanto el confinamiento finalice, es lo mejor. Ir y venir distrae la mente y hace perder hábitos.
¿Cómo mejorar la productividad en el confinamiento?
1.- Asegurando a la actividad laboral un horario fijo con el 100% de atención y cuidado. Lo que no se pudo resolver espera hasta la próxima jornada de trabajo.
2.- Sostener las comunicaciones con colegas, compañeros, jefes en forma fluida, tomar nota o hacer síntesis, puntuar las conversaciones.
3.- Dar feedback y compartir feedback lleva a sentir seguridad respecto de cómo se está haciendo lo que se está haciendo.
4.- Es necesario conocer la tasa de productividad, incrementos y descensos, las necesidades de la empresa para inspirarse y dar luz a lo que se necesite.
5.- Crear lo nuevo, no estancarse anhelando lo que era, ningún cliente o consultante es el mismo.
6.- Darse tiempo para estar en familia, realizar las tareas hogareñas que se han comprometido, compartir con los hijos, realizar alguna actividad física, meditar o hacer algo que le guste mucho. En el trabajo se necesitan personas vitales y completas con capacidad de disfrutar de lo que se hace.
7.- Adquirir dominio acerca de cuándo “hacer” y cuándo “quedarse quieto” es importantísimo en confinamiento.