¿Cómo manifestamos y transmitimos cualidades como la alegría, el foco, la simpleza, empatía, contención y hasta la comunicación? Esta es una pregunta que motiva el desvelo de los directivos de empresa. Desde que se detectó que un buen número de habilidades blandas puestas en acción, son necesarias para acompañar a las que llamamos “duras”, es decir, a los conocimientos técnicos y científicos necesarios para desarrollar la actividad; sabemos que la combinación de ambos garantizan la eficacia empresarial.
El ingreso en “cuarentena”, el surgimiento de emociones y afectos que sorprenden: extrañar a los padres, a un hijo, a compañeros de trabajo; cierto temor a la enfermedad o la muerte, preocupación por sostener el trabajo, el nivel de ingreso al que se estaba acostumbrando; van mostrando que es necesario apelar a un tipo de habilidades que pertenecen al otro hemisferio cerebral y que estaban parcialmente en desuso.
Junto al incremento del uso de tecnología, el trabajo en varias pantallas a la vez y las comunicaciones cruzadas, muestran lo necesario que se hace herramientas personales como: paciencia, atención, foco, compasión, amistad, flexibilidad, empatía; las habilidades que involucran a una variada gama de emociones que determinan incluso los patrones de comunicación.
No es tan fácil enseñar las habilidades blandas, ni a comunicarse o a desarrollar el pensamiento análitico; son aristas de la subjetividad que necesitan de la experiencia, la vivencia y el compromiso de la subjetividad. No solo hay que reconocer esas habilidades existiendo en uno, hay que elegir y atreverse a manifestarlas.
Estudios científicos determinaron antes de la Pandemia que para 2030, la demanda de habilidades humanas –habilidades sociales y emocionales– crecerá en todas las industrias un 26% en los Estados Unidos y 22% en Europa. Por otra parte, el 39% de las empresas que planea aumentar su plantilla laboral, asume como ítem más valorado a las habilidades comunicacionales. La Pandemia ha acelerado esta necesidad y los procesos de adquisición, ha puesto el límite.
Habilidades blandas e inteligencia emocional, capacidad de comunicar, confianza en sí mismo, y capacidad de aprender en forma continua integran el Talento necesario con quien todos queremos contar tanto en casa como en la empresa.
Un líder con estas atribuciones, lidera con el ejemplo, lidera su propia vida, motiva a sus colaboradores, con sinceridad puede comunicar lo que está bien y lo que está mal. Es flexible a la hora de aceptar las cosas como vienen, puede aceptarse tal como es y aceptar a quienes lo rodean sin dificultad. Delega y fomenta el crecimiento del otro, desarrolla equipos, es empático, coopera y espontáneamente solidario. Sabe espontáneamente como armar equipos y que funcionen.
Oportunidad para incrementar habilidades blandas:
1.- Paciencia y prudencia, atención y foco, poder y valentía, fortaleza y auto aceptación, empatía y compartir, cooperar y crear con otros; están a la orden del día, observarlos, favorecer su manifestación y quedarse con ellos en la superficie de las acciones.
2.- Decidir cuándo accionar y cuando quedarse quieto: ingresar a la dimensión de la espera.
3.- Cada uno nació con el ancho de banda completo de habilidades blandas, practicarlas supo tener mala prensa, se les decía “blandas” a las personas con corazón. Ahora necesitamos que el “corazón” maneje la máquina.
4.- No se tiene déficit de habilidades blandas, solo hay que manifestarlas.