Por María Viviana Torres
Las “Alianzas” necesariamente nos convocan a pensar en la existencia de dos o más personas, organizaciones, empresas, que deciden llevar una tarea en conjunto con la modalidad de un pacto, un acuerdo, un contrato o simplemente una convenciòn que va definiendo o construyendo una nueva forma de actuar. Hacer con otros, hacer juntos, moverse juntos, cumplimentar metas u objetivos para posicionarse en el mercado, mejorar el rendimiento, alcanzar otros niveles de complejidad o actualizarse.
Sostiene las “alianzas” la acción de cooperación mutua, de marchar juntos, de aprender a conjugar el “nosotros”, para lo cual van cayendo los atributos individuales que no están al servicio del conjunto. Cuando se construyen alianzas cada parte aporta lo necesario para que el resultado sea inclusivo y aporte el mismo beneficio a las partes.
Las familias que se sostienen en el tiempo y cuyos hijos se desarrollan en plenitud y alcanzan autonomìas autosustentables son fruto de alianzas dinámicas en las que participan el padre y la madre, hijas e hijos, abuelos y abuelas. Ellos han realizado procesos en los que conjugaron el “nosotros”, con buenos resultados. Es el primer espacio en el que se aprende a construir alianzas: cocinan juntos, lavan el auto, preparan las tareas escolares, cuidan de los animales, aprenden y enseñan sus habilidades, organizan las vacaciones, realizan tareas por turno, van por un objetivo común.
Cuando se gestiona cooperaciòn mutua, se desarrollan acciones compartidas en la modalidad que lo solicita una de las partes, aunque no se acuerde del todo o se elegiría otra forma, se hace a la manera del aliado y se entrega el resultado, no se persigue el resultado.
Hoy no es posible pensar el éxito en una empresa sin la construcción de Alianzas estratégicas. Si bien es posible que los objetivos sean diferentes la fusión se realiza en el convencimiento de que producirá el crecimiento de ambas partes. Los aliados, en la forma de fusión, adquisición o unión por un objetivo particular; comprenden y saben que la fuerza de las intenciones individuales puede perturbar la alianza y en general, toman el riesgo, amplían su conciencia y aprenden del otro.
Ni los hombres ni las mujeres son “islas”, el aislamiento dentro de una familia, empresa o sociedad solo lleva a la pérdida de la propia identidad relacional. Las empresas no pueden posicionarse en el mercado global sin alianzas estratégicas. Las alianzas estratégicas se definen por los plazos, se construyen a largo plazo, con el objetivo de complementarse, pueden incluso resultar de un simple acuerdo colaborativo en beneficio mutuo, que se extiende en el tiempo. Las alianzas “tácticas” se pactan para situaciones puntuales, para abordar una meta específica, por un periodo de tiempo o para abordar un negocio o situación determinada en las que han evaluado que juntos son más o con otros, es mejor.
Específicamente, que observar cuando se trata de concretar alianzas estratégicas con empresas o personas:
1.- la comunidad de valores e intereses
2.- el campo relacional y de impacto de cada uno
3.- el equilibrio entre lo que cada uno da y recibe
4.- el modo de crecimiento
5.- las apetencias individuales
6.- el grado de transparencia y sinceridad
7.- la gestión de las comunicaciones
8.- la posición histórica de cada parte frente a los distintos focos de conflicto
Por último, es importante no dejar librado al azar el trabajo de cohesión de las Alianzas, la potencialidad para gestionar el cambio de ambas partes, el desarrollo de las comunicaciones, el uso del tiempo y la capacidad para trabajar en Equipo.