Por María del Pilar Cortés
En la búsqueda del orden propio, uno se encuentra con otras cosas. Como por ejemplo, habilidades que no conocía de uno mismo, preguntas nuevas, objetos que no recordaba tener, ideas que pensaba haber dejado hace mucho tiempo. El orden puede obsesionarte, atenti, no es lo que buscamos. Hay diferentes estilos, diferentes formar de poner en orden. Algunas veces, el exceso limita y condiciona la creatividad. Otras veces trae agobio, tensión y tristeza. Buscamos el equilibrio entre orden y desorden creativo. Este equilibrio resulta sano para uno y para nuestro entorno.
Cuando pensamos en orden, pensamos en prioridades, en importancia, en entender qué va primero, que va después. El orden también nos permite ver el despliegue y la propia dirección.
En ocasiones, dependiendo del momento que se transcurra en la vida, del entorno, de las responsabilidades, se desdibuja la dirección interna y con ella se desdibuja el orden externo. Las búsquedas auténticas se opacan y corremos tras el tirano del tiempo, el reloj. Comenzamos a sentir el orden como algo impuesto. Un patrón regular que nos unifica al ritmo del tic tac, comenzamos a sentir el paso del tiempo, la vejez, la ansiedad, la falta de disponibilidad de nuestro tiempo.
Volver hacia adentro, volver hacia el espacio del tiempo interno, irregular pero propio, nos revitaliza, nos devuelve el poder, la energía, la vida.
No importa la edad que uno tenga, no importa la cantidad de responsabilidades, no importa si hay claridad o no con lo que se desea hacer, emprender, continuar o retomar. Importa reconectar con el espacio de tiempo que nos permita estar de nuevo en ese tiempo interno propio, eso es para nosotras la verdadera optimización del tiempo.
Cómo asir el devenir que es el flujo de mi vida, para direccionar, para darle sentido… sin perderme en el suceso del tiempo, en la escurridiza sucesión de los días y las horas, en el miedo inherente de aquello que comenzó y acabará en algún momento sin que yo haya hecho lo mío.
Sin desesperarse, sin desanimarse. Sabiendo y emprendiendo el camino hacia adentro. Tocar el espacio interno del propio tiempo nos permite ordenar aquello que llamamos el afuera, lo cotidiano, lo mundano.
La cronología no siempre es la solución al tema del orden. Pequeños eventos que ocurren en nuestras vidas nos marcan, nos ayudan o nos obligan a cambiar la dirección, la prioridad, incluso el deseo. Un pequeño estallido puede reacomodar todo el sistema.
Entrar en el no-tiempo para avanzar de manera certera en el tiempo de nuestra propia vida. El dar espacio a todo lo que es en nosotros, a todo lo que aún no tiene palabra, forma, imagen, permite integrar y fortalecer, así como vitalizar. El espacio que a veces se nombra como vacío, falta de claridad o dirección, puede ser el espacio del cual surja lo nuevo y desconocido para nosotros, al mismo tiempo esperado, deseado, intuido.
El espacio-tiempo que proponemos es un espacio donde estamos, un espacio donde nos pensarnos, dejando de lado por un rato las responsabilidades, y deberes diarios.
Comenzar por elegir un momento del día y dedicarse a pensar las propuestas del taller. Sobre lo que queremos, sobre dónde estamos ahora, sobre cuáles son los pasos pequeños y cuales los grandes. Para transitar un gran cambio, se suceden movimientos pequeños (a veces nos hemos dado cuenta, otras pasaron desapercibidos) que forman parte de una nueva dirección.
Como seres humanos modelamos nuestro destino, sabiendo o no, vamos haciendo, diciendo, gestando y construyendo sucesos que le dan una dirección a nuestra energía vital, que hacen que tome un camino y no otro. En lo pequeño, se vislumbra lo grande.
El taller Optimización del Tiempo, nos propone sentarnos y pensarnos. Nos brinda herramientas para actualizar: nuestra dirección, nuestros deseos, nuestras prioridades. Sumergirse en el curso, traerá claridad, dirección, fuerza. Despejarse para avanzar y conectarse con la dirección interna es lo que te permite este taller para hacer en casa.