La búsqueda permanente de seguridad, de confort o la lucha para satisfacer necesidades básicas o culturalmente creadas, colocan a las personas en un juego que llamamos de “supervivencia”.
Quienes no se detienen a pensar en sus elecciones cotidianas y viven en automático, consideran que “súper viven” cuando han logrado un equilibrio mensual o anual, en el manejo de sus finanzas, seguridad, gustos, confort, etc.
Tenerte o entretenerte con consumos, metas, viajes, comidas, objetivos, proyectos te va mostrando una forma del mundo o algo del mundo: una pequeña parte. Del resultado final de esas experiencias casi, no se conservan registros conscientes, no alcanzan a transformarse en vivencias ni forman parte de la construcción de las herramientas personales. Es como si no se viera donde se camina. O, se ve lo suficiente para ir de aquí para allá, de un lugar al otro, pero, no se alcanza a percibir la energía, los potenciales, lo sutil de lo que está ocurriendo ahora. Que se desequilibra?, que se equilibra?¿Bajan o suben el miedo o el drama, la queja o el dolor de la balanza?.
El equilibrio de las fuerzas propias y de otros, lo que cada uno pone y saca de los brazos de su balanza es lo que va determinando tanto la calidad, como la repercusión de las acciones.
Seguirán azotando el planeta las disrupciones naturales o impactando las acciones de personas para nada compasivas; pero, lo que se juega es la elección personal de caminar despierto, no para sobrevivir o ser un superviviente; sino para saber que, transitar por el mundo con la energía balanceada y disponible para generar conexiones y cooperación, estimula en las personas y en el contexto una forma diferente de equipamiento intuitivo. Quien marcha por la vida consciente, crea caminos y los hace livianos y claros para otros.
Vivir en forma consciente implica que con cada inhalación incorpores conocimientos y con cada exhalación entregues sabiduría; que alineados los pensamientos con las acciones, el equilibrio sea un hecho.
Qué sentido tiene entretenerse al servicio de la supervivencia si no quedaran registros, más allá de unas pocas imágenes cuya fecha u origen finalmente, se discriminan con dificultad. ¿Cuando fue?,¿Donde estaba?, ¿Que hice? ¿Como lo hice?, ¿Donde lo dejé?. El modo de supervivencia es siempre “vivir en modo consciencia en automático” o “en modo preocupación”.
Hacer el camino viviendo el recorrido activa la intuición para estar en el momento correcto, en el lugar adecuado; para atender la sincronización de los eventos y determinarlos a favor; para discriminar la calidad del intercambio y saber si se inscribe del lado del amor y la compasión y entonces, avanzas o te retiras, porque no te pertenece.
No es necesario elegir la lucha por la supervivencia, nos sobran herramientas para vivir conscientes, esto implica disponerse a circular sin esfuerzo, disfrutando del contacto humano, diseñando lo que ha de venir, entregando amor y cooperando con otros; alineando pensamiento y manifestación. Vivir consciente es una forma de vivir que se elige y se manifiesta.
